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VEJEZ Y EJERCICIO FÍSICO


La pérdida de nuestras capacidades físicas (resistencia, fuerza…) es parte del proceso de envejecimiento que sufrimos inevitablemente, aunque no está claro qué parte de la reducción de nuestras capacidades es debida al proceso de envejecimiento y cuál a la propia reducción del nivel de actividad física que se suele producir con la edad.

Según parece, el deterioro que se produce en nuestras capacidades debido a la inactividad es muy importante, y su aparición se puede retrasar llevando una vida activa.


CAPACIDAD AERÓBICA

La capacidad aeróbica se reduce en un 1% anual (un 10% cada década) aproximadamente, a partir de la primera mitad de la década de los 30. Hasta los 50 años aproximadamente, la disminución del rendimiento es menor si se sigue manteniendo un nivel de entrenamiento medio o elevado (entrenamiento de carga importante), pero no así cuando el nivel de entrenamiento es bajo.

En contra de lo esperado, el haber practicado deporte con anterioridad tampoco parece suponer una ventaja para mantener el grado de rendimiento si, como decimos, no se lleva a cabo una actividad física importante. 


FUERZA

En general, las pérdidas en la fuerza comienzan a hacia los 24 años. La fuerza máxima disminuye de forma sostenida con el envejecimiento. Las pérdidas de fuerza asociadas con la edad son, principalmente, consecuencia de una pérdida sustancial de masa muscular. El número total de fibras musculares disminuye con la edad, pero parece verse amortiguado por el entrenamiento.

SISTEMA NERVIOSO

El envejecimiento también parece ralentizar la capacidad del sistema nervioso para detectar un estímulo, procesar la información y producir una respuesta.

En los deportes de montaña, esta circunstancia puede ser determinante.



COMPOSICIÓN CORPORAL

Pasada la edad de 30 años, la masa magra (músculos y huesos) disminuye progresivamente. Esto es la consecuencia principalmente de la menor masa muscular de la que hemos hablado antes y de la pérdida de minerales óseos. 

La cantidad de grasa que acumulan nuestros cuerpos cuando crecemos y envejecemos depende de nuestra dieta y de nuestros hábitos de ejercicio, además de nuestra herencia genética.

La cantidad relativa de grasa corporal aumenta con la edad después de alcanzada la madurez física, debido en gran medida a tres factores que se presentan con el envejecimiento:
  1. Mayor ingestión de alimentos.
  2. Menor actividad física.
  3. Menor capacidad para movilizar las grasas.

De todas maneras, no nos olvidemos de que la grasa es un eficaz aislante térmico y representa una reserva energética de primer orden, cualidades a tener en cuenta en la práctica de gran parte de los deportes de montaña.


Los cambios que se producen en nuestro cuerpo con la edad influyen en la forma en la que practicamos los deportes de montaña, así que deberíamos tenerlos en cuenta:


ALTITUD

En contra de lo que pudiera parecer, la edad reduce la propensión a sufrir tanto edemas pulmonares como cerebrales. Habrá que tener en cuenta, eso sí, otros factores vinculados a la altitud, aunque cada vez y más se están rompiendo mitos acerca de la práctica de la alta montaña a ciertas edades, como demuestra Carlos Soria.

La vejez reduce la tolerancia al calor. Tanto en reposo como durante la realización de ejercicios intensos, con la edad se alcanza una temperatura corporal interna más alta en ambientes calurosos. Parte de la explicación de ello es que los mayores producen menos sudor, reduciendo su capacidad de pérdida de calor por evaporación.

AMBIENTE FRÍO

Dado que con la edad se pierde cierta capacidad de movilizar grasas, ejercicios prolongados en ambientes fríos pueden exigir un aporte extra de carbohidratos al deportista veterano, ya que el frío también es un factor limitante de la movilización de la grasa corporal.

Por otra parte, recordamos que la pérdida de masa corporal aumenta la proporción de superficie corporal, lo mismo que ocurre con los niños, favoreciendo una mayor pérdida de calor por la piel.


ENTRENAMIENTO

Los deportistas de mediana edad y de edad avanzada son capaces de conseguir rendimientos muy importantes.

Su capacidad para adaptarse al entrenamiento de resistencia y de la fuerza es muy elevada.

Parece ser que el cuerpo humano es capaz de compensar las pérdidas en el funcionamiento de algunos mecanismos con la puesta en marcha de otros. En el caso de la fuerza, el entrenamiento en personas mayores ha demostrado incrementos de fuerza espectaculares cuando se entrena la hipertrofia muscular.



Por último, no está demostrado al 100% que viviremos más por hacer ejercicio con regularidad. Así que no dejéis esa excursión para otro día. Tempus fugit.





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